RICARDO EN EL RINCÓN

RICARDO EN EL RINCÓN

En este post os hablo de Ricardo en el rincón, una de las obras de mi colección Retratos.

Como ya he explicado en alguna ocasión me interesa de una forma casi obsesiva el retrato, desde mis inicios.

Revisando mi página me he detenido en la sección que hace referencia a estos y me he quedado observando el cuadro que representa a Ricardo leyendo el periódico en el bar. Sin duda es su retrato, pero contiene mucho más. Contiene, para los que compartimos aquellas mañanas de café, unos momentos inolvidables donde, mediante unos códigos propios, se forjó una relación imborrable.

Nada más entrar, Filipi nos iba recibiendo a portagayola y comenzaba una especie de ceremonia del absurdo, la actualidad y el desahogo. Esta se desarrollaba en ese mismo espacio ahí representado, junto a la cafetera. Como si de una terapia se tratara salíamos preparados para afrontar un nuevo día.

Miramos el retrato y la memoria y la imaginación lo prolongan hasta reconstruir aquella situación.

Añoramos las risas, las discusiones, las confesiones y las dudas, que como el contenido de la taza vacía y el envoltorio arrugado de la galleta de canela ya han quedado atrás dejando un excelente sabor de boca y unas ganas tremendas de poderlas retomar.

Quizá no vuelvan, pero me produce mucho placer haber reflejado en una pintura esos momentos que tanto han significado para mí.

En un retrato es muy importante acertar con el rostro y su expresión, pero es tremendamente satisfactorio cuando consigues reproducir el ambiente y la energía que esa persona emana a su alrededor.

Ahora Ricardo desayuna todos los días frente a su retrato y reproduce aquellos días de la misma forma que hacía Proust al mojar en el té su famosa magdalena.

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